As Bruxas (tercera parte)
Como reconocer una bruxa.
Cuando comienzo yo a escuchar conversaciones sobre brujas, estaba ignorante de todas estas artes. Fueron mis mayores del lugar, los culpables de que me dedicara durante muchos años a recorrer mi Aragón y replegar muchas historias sobre ellas. Nunca sabré si son ciertas o no, pero la seguridad con que me las contaron, me da la suficiente confianza para afirmar muchas de ellas.
Y eran los mayores del lugar, que conocían algunos de sus métodos -aunque no todos- los que comentaban el tema en una tertulia.
(Y yo, siempre con mi libreta. Cuanto le debo…)
No había ninguna chica y se despachaban a gusto. Su postura, bastante primaria, se reducía a considerar a la mujer como bruja.
-Son todas unas bruxas, afirmaba contundente Urbez.
-Todas menos Teresina, se defendía Anchel.
– ¿No será porque te ha embruxau a o tuyo y lo beyes d’ atra maniera?
La discusión se orientaba hacia el poder de sugestión que siempre han tenido las mujeres por sus encantos naturales y además por sus malas artes. No todos estaban de acuerdo, claro. Además a las brujas siempre las habían pintado como viejas legañosas y de mirada torva. Con eso se descartaba que las mocetas fueran brujas hasta dentro de muchos años…
-Pues yo siempre he oído decir que as bruxas eran jóvenes y muy guapas. Es más, siempre se ha dicho que cualquier mujer que tenga una sola peca en la cara o en cualquier otro sitio basta para que no pueda ser bruxa.
-¡Anda! A mí me dijo mi abuela que todas las bruxas llevan alguna marca y que por eso se conocen.
(Lo de las marcas, lo recojo de cantidad de personas y en muy distintos lugares de nuestra tierra. Pero son las mismas para una bruja que para una curandera. Si alguna vez tengo ocasión para charraros de curanderas, os contaré de sus marcas. Son sorprendentes).
En Aragón existen multitud de maneras para descubrir una bruja. Por ejemplo, aseguran que si al terminar el sacerdote de decir la misa se deja el misal abierto encima del altar, en caso de hallarse alguna bruja dentro de la iglesia, queda clavada en el banco y no puede moverse.
En San Juan de Plan, de esta manera, descubrieron una vez a seis brujas y un brujón e incluso cuentan de qué casas eran. Por supuesto, que las callo.
Y ya tenemos la iglesia como salvadora de nuestras almas y tranquilizadora de nuestras gentes. Se creía que el sacerdote también podía descubrir a las brujas durante la misa: Al volverse hacia los fieles para invitarlos con el “orad hermanos” podía ver las brujas porque les salía humo de la cabeza. ¡Solo él! Los demás fieles solo creían en su palabra. ¡Pobretas!
Además contaban que para descubrirlas basta con poner tres agujas en la pila del agua bendita.
En mi Alto Aragón, había también otro método aprovechando la misa del domingo y consistía en poner en la pila del agua bendita una ramita de ruda que igualmente paralizaba a las brujas.
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