UN GENOCIDIO CONTRA EL PUEBLO PALESTINO

¿Se imagina el/la lector/a de este post que un día envie a su hija a comprar al supermercado, y en el trayecto caiga abatida por las balas de un soldado de un país extranjero?, ¿O que le levanten un día de la cama, de madrugada y un bulldozer destruya su casa?, ¿O que su pareja muera en una ambulancia porque el ejército de ocupación que ha invadido su país le impide el paso a un hospital? Todas estas situaciones las sufre el pueblo palestino los 365 días del año a causa de la invasión y represión que ejerce el estado de Israel sobre los territorios que desde hace siglos se han venido conociendo como Palestina.

El viernes por la noche, unas 25 personas participamos en una de las tertulias de la AAVV de La Paz, en la que mi amigo Antonio García nos habló de las impresiones que sacó de su visita a Cisjordania este mes de enero, y en la que se hizo explicito el apoyo económico de Chunta Aragonesista, con el 1% de su presupuesto, al Centro de ayuda a mujeres palestinas MEHWAR en Belén. Contamos también con la presencia de algún cooperante internacional y de una decena de palestinos residentes en Zaragoza. Los testimonios y opiniones que se pudieron escuchar nos motivan y nos obligan a reflexionar sobre la situación de un pueblo olvidado por la comunidad internacional y por la mayor parte del mundo islámico

La tenaza israelí sobre Gaza cada vez se hace más asfixiante debido al bloqueo económico criminal que mantiene el gobierno de Tel Aviv sobre la franja. Tras agotarse las escasas reservas de combustible de que disponía la población, para cientos de miles de palestinos se hace imposible desplazarse para cualquier tarea cotidiana, a la vez que el desabastecimiento de alimentos y los cortes de luz agravan el desconcierto y la desesperación en una población ya demasiado maltratada. El 80% de sus habitantes dependen directamente para sobrevivir de la solidaridad internacional, más del 50% de la población activa se encuentran en paro, y el último sobrenombre que ha recibido en un informe de varias organizaciones internacionales ha sido «la cárcel más grande del mundo». La crónica sobre este infierno añade hora a hora tragedias individuales que se suman a esta catástrofe, que se produce mientras la comunidad internacional mira hacia otro lado. Mientras escribía estas líneas, en youtube aparecía este vídeo en el que el padre de cuatro niños asesinados hoy por los soldados israelíes rechazaba las excusas y justificaciones del Primer Ministro Ehud Olmert. No conozco a nadie que se quede quieto mientras lo matan de hambre. No sé si el Sr. Olmert ha reflexionado sobre ello.

Lo cierto es que el peso de la rama más ultra del ejército israelí en el entramado estatal es cada vez mayor, como así lo han venido denunciando diputados laboristas en distintas ocasiones en los últimos años, y es algo que se puede comprobar en la evolución de una política cada vez más inhumana hacia la población civil. Estoy absolutamente convencido de que si Israel reconociera un Estado Palestino, con capital política o simbólica en Jerusalén Este, con la continuidad territorial necesaria para ser un estado viable, en el que queden integrados los territorios historicamente reconocidos como parte de Palestina, además del fin del bloqueo económico de Gaza, con todos estos nuevos elementos estratégicos se produciría en breve plazo el fin de la actividad armada de las organizaciones palestinas calificadas actualmente como terroristas. Uno de los obstáculos fundamentales para poder llegar a esta solucion en el  terreno diplomático, sin duda, son los asentamientos de ciudadanos israelíes que los sucesivos gobiernos se han encargado de ir salpicando por todo el territorio palestino, derribando para ello en muchas ocasiones hogares palestinos. ¿Podrá haber un proceso de paz creible y un estado palestino viable mientras se mantenga la política de asentamientos? Parece difícil, y otra pregunta más, ¿Qué hará el gobierno de Israel con las más de 200.000 personas que viven actualmente en estas ciudades en territorio enemigo?.

 

Anuncio publicitario