Continuan los bombardeos asesinos sobre la población de Gaza, contra los que nos manifestaremos los próximos días (Zaragoza, sábado 17 de enero, a las 18 h en Glorieta Sasera), y ayer, de nuevo, la clase política israelí nos dio una nueva muestra de que Israel dista mucho de ser un estado de derecho. A las violaciones a los derechos humanos que de forma continuada se han visto en las últimas décadas, se suma ahora la exclusión para las próximas elecciones de dos partidos árabas con representación en el Parlamento de Israel. Y no ha dictado esta exclusión un tribunal competente con arreglo a una ley de partidos políticos, sino el propio Parlamento de Israel (Knesset) prácticamente por unanimidad.
El acuerdo vergonzante ha sido promovido por los partidos de extrema derecha Israel es Nuestra Casa y Unión Nacional, que habían intentado esto mismo en convocatorias anteriores sin conseguir la mayoría suficiente. Alguno de los objetivos políticos de estas fuerzas es conseguir el exilio voluntario de la población árabe de Israel, o en caso de negarse la deportación masiva. De momento ya han puesto en práctica una medida que se puede calificar como inherente a un régimen autoritario. Israel cuenta con otras normas igualmente «propias» de un régimen democrático, como por ejemplo la ausencia de matrimonio civil o divorcio. Existe un divorcio religioso para los judios, reconocido por el estado que hace depender el divorcio exclusivamente de la voluntad del marido. Existe, por ejemplo, una ley que prohíbe criar cerdos en Israel. Otra prohíbe la importación de alimentos que no sean kosher.Otras prohíben la apertura de comercios durante el sabbat y otras fiestas judías, así como el uso del transporte público en esos días. Por tanto, cuando algunos halcones de la derecha justifican actitudes de Israel como la defensa de una democracia frente al terrorismo, hay que decir que por un lado no es democracia, y por otro que ejerce todos los días el terrorismo contra población civil indefensa.
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El cinismo de los políticos de Israel llega a cotas difícilmente igualables. La «razón» para la medida es el presunto apoyo al terrorismo de los partidos árabes. Nuevamente se confunden, interesadamente, por supuesto, la identidad de objetivos con la identidad de medios para alcanzarlos. No olvidemos que aproximadamente el 20% de la población de Israel es árabe, y sin embargo, se ven privados de un derecho fundamental. Sin embargo, la hipocresía occidental sostenida en el dólar sigue considerando a Israel un Estado democrático, a pesar de que utilice los medios de un Estado, principalmente, pero no sólo, el ejército, para la comisión de actos terroristas y la violación sistemática de los derechos humanos más elementales, a la par que acepta su falsa autodefinición como Estado laico. No es que la coherencia brille por su ausencia (los partidos israelíes deberían autodisolverse por su apoyo al terrorismo de Estado), sino que aunque el Estado se defina como laico, su construcción nacional, su política, su escala de valores y sus premisas de origen parten de la imposición, con el terrorismo como arma, recordemos (atentados contra el Hotel Rey David, por citar uno de los más bárbaros atentados cometidos por los sionistas), de un dogma de fe por encima de los derechos democráticos de los legítimos habitantes del territorio de Palestina en 1948, incluidos las decenas de miles de judíos que vivían allí antes de la proclamación del Estado de Israel.
De casta le viene al galgo, el Antiguo Testamento, piedra angular del sistema moral del judaísmo y de la identificación Judaísmo-Israel (innegable y, en su concepción, esencialmente antidemocrática por exigir una identificación religioso-étnico-racial para la pertenencia plena a un Estado o nacionalidad), nos presenta un dios asesino, vengativo, justiciero, sangriento y castigador, opresivo, fanático y criminal. El Estado de Israel utilizó sistemáticamente el terrorismo contra árabes y británicos para forzar la aceptación de las posturas sionistas. Es un fenómeno muy complejo y en el que casi todo es resbaladizo, arenas movedizas. Pero con la historia en la mano hay una evidencia: antes del «Éxodo» posterior a la II GM no había terrorismo en Palestina y los ciudadanos hebreos del territorio gozaban de un mejor estatus que el que disfrutan los palestinos hoy. Creo que, en un caso donde todos son culpables, hay maneras muy sencillas de establecer quién es la causa del problema (que no el culpable) y por lo tanto quién debe asumir su papel y ceder terreno.
hablamos de retroceso en los derechos civiles, incluido el de la vida, …¿este tipo de legislacion les ha supuesto a los israelitas algun tipo de sancion o queja por parte de organizaciones internacionales?